Los árboles mayores, que se erguían casi hasta tocar el cielo con sus copas agudas, hablaban con el árbol pequeño que crecía entre ellos:
—Alguna vez —decían—; alguna vez serás alto como nosotros y como nosotros podrás ver el lago allá abajo, engarzado como una joya verde o azul entre las montañas verdes o azules. Alguna vez, alguna vez...
El viento, cuando descendía hasta la altura del árbol pequeño, también hablaba con él:
—Vengo de todas partes y lo sé todo... Conozco los bosques, las montañas, los campos, las ciudades de los hombres... Alguna vez, cuando te eleves tanto como los otros árboles, te contaré cosas... Alguna vez, alguna vez...
Al llegar la primavera, cuando los pájaros venían en busca de calor y de alimento, el árbol pequeño tenía más noticias del mundo que aún no alcanzaba a ver. Los pájaros piaban:
—Hay sitios donde todo es arena, hay sitios donde todo es nieve, hay sitios donde todo es agua... Alguna vez, cuando seas más alto y más sólido, haremos nuestros nidos en tus ramas y te contaremos todo lo que sabemos... Alguna vez, alguna vez...