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Fragmentos: EN UN LUGAR LLAMADO CORAZÓN, de Liset Lantigua



A Tito Veloz le gusta ser quien es...

A veces Tito Veloz piensa en las cosas. ¿En qué cosas? Pues en las cosas de la vida, y eso es complicado.

A veces Tito Veloz piensa en ser otra persona, por ejemplo, piensa en ser presidente y se ve dando un discurso y recibiendo aplausos.

Otras veces se imagina que es el dueño de la panadería y se ve sentado junto al horno en la mañana, recibiendo el olor delicioso del pan y el calor de la leña.

A veces Tito piensa en ser el maestro del pueblo y se ve rodeado de niños, enseñándoles cosas como hacer música con una peinilla, o fabricar burbujas cuadradas, o descubrir colores.

Muchas veces ha pensado en ser ingeniero de los que construyen edificios y se ve con un casco y unas botas horribles, no como las del gato con botas, dando órdenes a los obreros y revisando planos.

Pero lo que más le gusta a Tito es pensar que es él, Tito Veloz, el periodiquero del pueblo. Y le gusta por varias razones.

Porque es el primero en caminar todos los días por las calles del pueblo.

Porque todo el mundo sabe su nombre y muchos le dicen “Tito, amigo”, “Tito, amigo…” con cariño, y eso lo hace sentirse importante.

Porque se entera, antes que el resto, de cuanto ocurre en el mundo.

Porque pasa todos los días, hasta diez veces, por la casa de Cuqui.

Porque si fuera presidente no conocería a la Cuqui.

Si fuera el dueño de la panadería tendría que estar todo el día sudando junto al horno de pan, sin ver a la Cuqui.

Si fuera el maestro tendría que enseñar muchas cosas que a él no le gustan, como las fechas y los números más grandes del mundo, esos que llevan ceros y más ceros, y empezaría a ver ceros en los ojos de la Cuqui y no capulíes o canicas, como ve ahora.

Y si fuera ingeniero de los que construyen edificios, estaría demasiado ocupado como para pensar en la Cuqui, más bien tendría que hacer sumas y restas y quién sabe si hasta llegaría a dar órdenes en mala forma, así, con voz de ogro, a los albañiles. Eso a Tito Veloz no le gusta.

Por eso prefiere ser él. Él y sus periódicos. Él y sus ideas de no ser él, porque siempre termina encantado de ser Tito Veloz, el periodiquero.

Porque con tantos presidentes y tantos panaderos y tantos maestros e ingenieros que tiene el mundo, la Cuqui se enamoró de él y solo de él.

Por eso.




La nueva cara de la Cuqui


La Cuqui es una muchacha bonita, más bonita que las actrices de cine y las reinas de belleza. Y más linda que todas las secretarias y recepcionistas del mundo.

Antes se creía horrorosa, sin gracia. Pensaba que nadie se enamoraría de ella ni la invitaría a tomar un helado o al cine, ni siquiera a la esquina del barrio. En su calle vivía un dragón que echaba fuegos artificiales por la boca y era muy romántico.

Una vez la Cuqui organizó una fiesta en su casa, para mostrarles a todos su nueva cara.

Todo empezó cuando la Cuqui fue al médico y dos o tres doctores le dijeron que ella no estaba enferma... pero La Cuqui se sentía enferma: enferma de amargura.

La amargura es una enfermedad que convierte a las personas en limones.

La Cuqui desde hacía algún tiempo andaba con cara de limonada.
Se molestaba por todo. Decía que el país, la vida, la gente y todo era una basura.

Entonces Tito Veloz le dijo que mejor cambiara esa cara, porque ella estaba enferma de amargura; y que los doctores no sabían de eso, pero él sí, porque era periodiquero, y los periódicos estaban llenos de caras como la de ella.

Y la Cuqui le hizo caso y cambió de cara. Al principio pensó que iba a desaparecer; que no tendría ojos, ni boca, ni otra nariz. Pero, en lugar de la cara amargada, descubrió en el espejo una cara más jovencita, con una sonrisa llena de dientes brillantes y dos hoyitos en las mejillas.

Después se sintió tan bien que organizó una fiesta en su casa. Recibió a los invitados en la entrada, con su falda tomate y más de tres collares de colores. Lucía linda, tanto que Tito Veloz, el repartidor de periódicos, se enamoró locamente de ella.

Dragón también se comportó como si se hubiera enamorado de la Cuqui, pero Tito Veloz se dio cuenta y le pidió que se la dejara para él.

Ese día la Cuqui parecía otra; tenía la mirada dulce y sonreía por todo, por gusto, por nada. Cuando Dragón la vio, se puso a cantar y a echar luces de colores por la boca. Comenzó a elevarse y cuatro pajaritos se le posaron en las orejas. Pero enseguida vino Tito Veloz y le dijo:

—Dragón, ¡déjame a la Cuqui! Cualquiera se enamoraría de ti, con lo bonito que eres, pero para mí sólo hay una: la Cuqui.

Y Dragón sonrió y le guiñó un ojo a Tito Veloz. Y Tito Veloz se perfumó y se peinó con gel, y fue el primero en bailar con la Cuqui y en disfrutar la enorme sonrisa de su nueva cara.




“En un lugar llamado Corazón”. ©Liset Lantigua. Sello: Alfaguara Infantil. Ilustradores: Santiago Parreño. Colección: Serie morada. Páginas: 88. Publicación: 01/07/2009. Género: Cuento. Edad: Desde 8 años.
“Este libro, con sus disparates y enredos, es un libro de amor. Sus personajes, todos reales, son dueños de la magia más antigua y original de la Tierra: la amistad. Todos están muy felices de ser quienes son —aunque a veces se pongan a pensar en ser otros y cosas así—, porque después de todo, aunque el mundo está lleno de periodiqueros, y de muchachas que arreglan relojes, y de señoras que cuidan jardines, y de dragones y sapos, sólo los de este libro pueden entrar, cada vez que quieren, en un lugar llamado Corazón.” Fuente: Prisa Ediciones
http://www.prisaediciones.com/ec/libro/en-un-lugar-llamado-corazon/


Visto y leído en: LOS TRENES SE DEMORAN, de Liset Lantigua

Liset Lantigua González (Los Arabos, Matanzas, Cuba, 1976). Bibliotecaria y profesora de Literatura. Trabajó para el Sistema Nacional de Bibliotecas con un proyecto personal para la reorganización de las bibliotecas públicas ecuatorianas, y para Grupo Editorial Norma como consultora de Plan Lector. Escribe poesía desde niña y ha publicado los poemarios Bajo el célico gris (2002) y Mi amada Istar (2005). Tiene inédito un poemario para niños titulado Cartas a Blanca Rosa, y Reino, un libro de décimas para adultos. Poemas suyos aparecen en varias antologías y revistas cubanas y ecuatorianas.


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