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Cuento: EL LIBRO SIN POLVO. Escrito por Sofía Reina© (Cuentacuentos)


En la estantería había un libro que de apariencia era muy normal, pero tenía algo que lo distinguía de los demás, no tenía ni una gota de polvo, por ningún lado, todo lo contrario que sus vecinos de izquierda y derecha.

El niño llegó con muchas ganas de leerlo, lo abrió por la página que había dejado y se puso a leer su cuento.

En cuanto se encontró con esa PALABRA un tic-tac desaforado se escuchó encima de la palabrita PALABRA: tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac.

—¿Qué te pasa PALABRA? —le preguntó el niño.

—No puedo silenciar el tiempo, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac, tic-tac… —dijo PALABRA— ¿Podrías pasar el dedo por encima mío?

El niño pasó suavemente su dedo e inmediatamente dejó de oírse ese feroz tic-tac, aproximó su oreja al libro para ver si quizás se oía lejanamente, pero solo escuchó un “gracias” muuuy lejos y bajito.

Mientras seguía leyendo se encontró con la palabra SOL… ¡Y qué de luz salía de allí! Una luz muy blanca, muy pura, buscó sus anteojos de sol y pudo así seguir leyendo lo mas bien, unas líneas más abajo pudo quitárselas porque ya no las necesitaba más.


De repente se empezó a oír el cantar de los PAJARITOS. Los había de toda clase, que cantaban preciosamente y el niño se puso también a silbar, hasta que escuchó miauuuuuu porque un GATO estaba mirando los PAJARITOS, moviendo el rabito onduladamente.

El niño empezó a esperar lo peor para los bellos cantores, tanto, tanto, que frotaba sus pulgares en los márgenes del libro.

—Gatiiiito —escuchó que decía una SEÑORITA— ven a comer —dijo mientras el PLATO hacía tic-tic-tic-tic-tic golpeado por una cucharita.

El GATO sin pensarlo dos veces salió al trote para engullirse de un saque su rica comida fácil. Un gran suspiro de alivio salió de los labios del niño.

Sin tener tiempo a reponerse de ese susto empieza a escuchar un ruido rarísimo que salía del libro: pum-pum-pum-pum… plaaac… Era Alberto que entró jugando con la PELOTA y sin querer tiró el florero que estaba en la mesa, y el AGUA spshhh-pic-pic…pic fue cayendo al suelo. La SEÑORITA era en realidad su mamá, y lo manda bastante enojada a su cuarto, antes que siga jugando al futbol con el GATO.

Alberto tiene una gran colección de animalitos con los que llegó a formar el ZOOLÓGICO más grande y bonito que había visto nunca. Al leer ZOOLÓGICO, los animalitos empezaron a cobrar vida y de a uno por vez dejaron oír sus voces y rugidos, pero el niño al leer tenía que repetir tantas veces la PALABRA como animalitos quería ver, si las decía muy rápido aparecían acompañados de vecinos, si la repetía lentamente veía con todo lujo de detalles al más precioso ejemplar de tigre con su piel suave y rayada, oír su voz GRUAAAAAJJJ… O al gorila albino que se ponía a hacer monerías, o ver el balanceo del elefante y su trompa para arriba llamando al elefantito bebé, o a la jirafa toda alta, a los loros, a las focas, a los delfines saltando y nadando panza arriba…

Alberto se puso a construir alrededor del ZOOLÓGICO edificios, calles, avenidas, hizo una gran CIUDAD de la cual salían todos los ruidos de los coches, las motos, los aviones que pasaban por encima, algún barco que salía del puerto, la gente hablando, caminando, los vendedores de los mercados, el silbato del agente de tráfico, la sirena de una ambulancia, alguna calle en reparación, todos, todos los ruidos de la CIUDAD salieron de esa palabrita tan pequeña.

El niño seguía leyendo, escuchando y viendo todas las imágenes de su maravilloso libro cuando escuchó:

—Albeertoooo, la COMIDA está lista —lo llamó su mamá.

Dejando todo así como estaba fue alegre y feliz a lavarse las manos para la COMIDA.

Todos los olores de la COMIDA que iba a comer Alberto llegaba hasta la nariz del niño que leía: a sopa de verduras, a papas fritas, a carne, a ensalada, a verduras salteadas, al postre….

El niño estaba con muchísimo apetito, y todos esos olores y colores no hicieron más que darle muchas más ganas de comer. Así que dándole un besito al libro lo guardó en el mismo estante, en el mismo lugar sin polvo, y salió a preguntarle a su mamá cuando estaría la COMIDA

—¡Qué bien que estas aquí! Ya esta lista —le contestó la mamá dándole un besito en la cabeza.




FIN


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Visto y leído en: Mundo latino.
El Tesoro del Arcoiris, 24 cuentos ilustrados para niños, escritos por la cuentacuentos Sofia Reina.
http://www.mundolatino.org/cuentos-ninos-tesoro-arcoiris/


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Ilustración: ©Jean Zapata

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